Cuando Harry conoció a Juan (y viceversa)
“Y vosotros, ¿de que os conocéis?” Sin lugar a dudas, es la pregunta que más hemos respondido en estos 4 meses, unas veces en español, otras en francés y hasta en inglés…
Aunque la forma de contarla cambiaba según si era Harry o yo quién respondía:
” – Pues tenemos una amiga en común que organizó un afterwork, ejem… mmm… para solteros… pero resulta que… no vinieron chicas…” Así empezaba mi historia.
La suya era más para hacer dudar a la gente sobre nuestra condición sexual:
” – En una fiesta de solteros en París…” (Y más de uno pensó que éramos pareja…)
¡Nos las sabíamos al dedillo!
Pero los dos estábamos de acuerdo en que, al día siguiente de la famosa fiesta, cuando nos preguntaban qué tal había ido, respondíamos:
” – ¡Pues conocí a un tío de puta madre!”
Pero bueno, creo que casi todos conocéis el final: esos dos “casi” desconocidos, (pero a la vez tan parecidos: 30 años, fisioterapeutas, daltónicos, indecisos pero a la vez un poco cabezones) decidieron irse juntos a “hacer las Américas”.
Al principio había miedo de saber si íbamos a congeniar, ya que antes de empezar, nos habíamos visto sólo dos veces más. Y es que viajar con alguien no es fácil (y menos sin conocerlo): cada uno con sus gustos, sus manías, sus locuras… Pero esos tres encuentros más las veces que hablamos por teléfono mientras preparábamos el viaje, fueron suficientes para darnos cuenta que iba a salir bien. Teníamos mucho en común y los dos nos adaptabamos bien. Y así fue. Creo que hubiese sido imposible encontrar un mejor compañero de viaje.
Y es que en estos 4 meses hemos vívido más cosas juntos que con muchos de nuestros mejores amigos de toda la vida.
24horas al día, 7 días a la semana viajando juntos dan para mucho. Al final, sabíamos perfectamente lo que pensaba el otro: “demasiado caro”, “nos quieren timar” o “aquí no dormimos ni de coña” (ahí es cuando hablábamos en francés entre nosotros para que no nos entendiesen). Y apenas hemos discutido, nos compenetramos muy bien: yo me ocupaba de la orientación, él de la economía; yo de escribir el blog, él de regatear; yo buscaba Couchsurfer, él descargaba maps.me; yo hacia tortilla de patatas, él buscaba información sobre el siguiente destino…
Es increíble como puedes llegar a entenderte tan bien con una persona a la que apenas conocías hace unos meses…
El 11 de octubre de 2016 empezaba nuestra aventura desde Lisboa. Brasil, Argentina, Chile, Bolivia y Perú nos han hecho vivir aventuras inolvidables: desde la maravillosa Rio, hemos vivido experiencias increíbles, como en las Cataratas de Iguazú, o cuando conocimos ballenas, viajando hasta el fin del mundo y recorriendo la Patagonia, subiendo un volcán, pedaleando por el desierto de Atacama, atravesando el Salar de Uyuni, descendiendo la carretera de la Muerte, visitando el Machu Pichu, sobrevolando en avioneta las líneas de Nazca, haciendo Trekking por la Cordillera Blanca o surfeando las olas del Pacífico en Lima… Sin olvidar nuestro más duro reto: coronar nuestro primer 6000, el Huayna Potosí.
Hemos sufrido, hemos reído, hemos llorado… Hasta nos hemos puesto malos… ¡A la vez! Pero sobretodo, hemos disfrutado.
Por desgracia, el tiempo pasa demasiado rápido, y ahora nuestros caminos se separan: Harry debe volver a Europa y yo continúo mi vuelta al mundo.
Sólo puedo decirte: GRACIAS. Por haber decidido compartir esta aventura conmigo, por aguantarme todo este tiempo, por insistir cuando realmente querías hacer algo y haberme convencido para vivir retos imposibles, por haberte adaptado a viajar con parte de mi familia un tiempo, por haberme enseñado a regatear y a no pensar en euros, por tu buen humor, por abrirme los ojos cuando me encabezonaba en algo, por tu paciencia con mis fotos y vídeos…
Y pedirte PERDÓN. Por ser tan pesado con mis historias, con Manolo García, o con mis indecisiones y cambios de idea cada dos por tres…
Sé que no va a ser lo mismo a partir de ahora: no tendré con quién ver Spartacus en las interminables horas de bus, con quién compartir sándwiches de jamón y queso, no tendré a alguien siempre con hambre al lado, con su “coté” francés “quejándose” a veces, pegándome un puñetazo cada vez que veía un poncho…
Empieza otro viaje para mí, pero echaré mucho de menos a mi inseparable Harry…
Que sea leve la vuelta, amigo.
Nos vemos pronto, hermano. Te espero en Asia…
No comentarios