El viaje interminable…

El viaje interminable…

Cómo decía al final del último post, tras tomar el bus en Ushuaia dirección El Calafate tuvimos una serie de catastróficas desdichas: un viaje que debía durar (sólo) unas 16 horas, terminó durando 2 días.

Todo iba bien, magníficos paisajes…

¿La causa? Esto:

Por esta cosita…

Una pieza del autobús decidió dejar de funcionar cuando no llevábamos ni 3 horas de viaje, a nuestro paso por Río Grande, lo que sumado a la ineptitud de los choferes y personal de Taqsa para intentar ponerle solución hizo que lo que parecía una simple parada para estirar las piernas e ir al baño, acabase durando más de 7 horas, en las que tuvimos que soportar las continuas mentiras que la empresa nos decía: «que si en 20 minutos nos íbamos», «que si el mecánico lo iba a arreglar», «que si ya estaban trayendo una pieza nueva», «que si venía otro autobús a por nosotros»… Lo que hizo que la gente se pusiese cada vez más nerviosa.

Cuando Harry se pone nervioso le entra un poco de hambre…

Imaginad un bus lleno de franceses, belgas, croatas, israelitas, alemanes, un italiano… ¡Qué apenas hablaban español! Así que ya os podéis imaginar a qué dos les tocó quejarse, reclamar, traducir… ¡Exacto! Mi querido Harry y yo tuvimos que hacer de representantes sindicales por un día, llegando a hablar hasta con el jefe de la empresa por teléfono mientras todos los pasajeros del autobús nos rodeaban expectantes.

¿Y ahora que?

Al final, parece que no lo hicimos tan mal: esa noche nos alojaron en un hotel 5 estrellas con Spa, piscina… Y de cena, la mejor milanesa que he probado en este viaje. A pesar de que perdimos un día entero, pudimos descansar en una magnífica cama y reponer fuerzas después de un día de tensión y muchos nervios, donde incluso el chico italiano y uno de los choferes casi llegan a las manos. 

En la recepción del hotel

Nuestra cama esa noche

Harry feliz

Bañera/jacuzzi

Además, tuvimos la suerte de conocer a Diego y Mari, una pareja de asturianos de la que nos hicimos muy buenos amigos. Al resto de pasajeros también los volvimos a ver más tarde… Esta claro que aquella experiencia y los dos días juntos crearon algunos lazos de amistad entre completos desconocidos.

¡Lo que une una avería!

Al día siguiente, una vez el bus arreglado, continuamos nuestro viaje donde y como lo habíamos dejado: dirección Río Gallegos, atravesando dos veces la frontera, para entrar y salir de Chile, y subiendo el bus a un barco para cruzar una Bahía.

Frontera de Chile

Paso internacional

Y… ¿por donde pasa el bus?

Pasando el rato

El barco del bus

Al otro lado de la bahía

En Rio Gallegos, Taqsa siguió enmendando su error, y nos puso un bus exclusivo hasta El Calafate, donde llegaríamos sobre las 20:30, pero con un día de retraso…

Nunca olvidaremos este bus…

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