Lago Titikaka e Isla del Sol
Nos habían dicho que el último barco a la Isla del Sol desde Copacabana salía a las 13h, así que tomamos el bus que «seguro, seguro, seguro» llegaba antes… Pero esto es Bolivia, y lo que se suponía que eran 3 horas de bus hasta Copacabana, resultaron ser cuatro y media, con paseo del bus en «barco» incluido…
En fin… Llegamos al puerto y resulta que si había barcos más tarde… No entendíamos nada. Y encima no sabíamos cómo funcionaba: si debíamos bajar en el Sur o en el Norte, como buscar Hostel…
Bueno, al final todo el mundo en el barco nos aconsejó quedarnos en el Norte. De hecho, puedes atravesar la isla fácilmente, incluso andando.
Así que, al llegar, encontramos una habitación doble a muuuy buen precio y que daba a la playa (eso si, ni agua corriente y ni hablar de ducha…)
Aprovechamos la buena tarde para pasear hasta el norte de la isla, una zona muy bonita donde aún se conservan ruinas de un antiguo poblado Inca.
Para cenar tomamos una sopa de quinoa y una deliciosa trucha a la plancha…
Por la noche hubo una espectacular tormenta así que poco podíamos hacer, más que ver una serie tranquilos en el cuarto…
Al día siguiente, nos hubiese gustado recorrer la isla de norte a sur por un camino Inca que la atraviesa por el centro, pero como teníamos las mochilas, nos era imposible, así que hicimos sólo la mitad, pero con parada a tomar un té con buenas vistas incluido.
La isla del Sol es un lugar con una energía especial, considerada por muchos como una isla «mística»: un bonito pedazo de tierra en mitad del impresionante Titikaka, el lago a más altitud del mundo.
Y además, todo es taaan rústico: cerdos, burros, caballos, etc andando libremente por allí, hostels sin agua o baño… Para comer: empanadas y poco más. Y, para nuestra suerte, cuando nosotros fuimos… ¡había argentinos «buena onda» por doquier! (Es un lugar muy concurrido durante su verano, por lo barato y por todas las posibilidades que ofrece: acampada en la playa, senderismo, fútbol playa…)
Sólo pasamos dos días, por lo justo de nuestra agenda, pero con gusto nos hubiésemos quedado más tiempo…
Volvimos a Copacabana, la cual visitamos un poco antes de tomar nuestro bus para entrar en un nuevo país: Perú nos esperaba.
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