Potosí, sus minas y una Nochevieja para olvidar…

Potosí, sus minas y una Nochevieja para olvidar…

¿Sabíais que Potosí una vez estuvo a la altura de grandes ciudades como París o Londres por su riqueza y tamaño? A mi me resultó difícil de imaginar al llegar allí…

Para mi, fue como si de repente hubiésemos llegado a la «verdadera» América del Sur (o al menos lo que nos imaginamos cuando pensamos en ella sin conocerla aún): mujeres vestidas con el atuendo típico, llevando a sus niños en alforjas, puestos «de lo que sea» en todas las calles, carne fresca colgando sin necesidad de conservar la cadena de frío, casa de ladrillo visto, sin pintar y a medio terminar muchas de ellas…

La verdad es que me impactó bastante al principio.

Como ya sabéis, íbamos los 6 juntos y encontramos un hotel a buen precio donde decidimos quedarnos, «locos» por tener wifi después de 3 días desconectados en estas fechas tan señaladas… (entre Navidad y Año Nuevo)

Esa noche cenamos unas pizzas muy ricas y dimos un pequeño paseo por el centro de la ciudad.

Al día siguiente, Ana, Tomás, Harry y yo fuimos a visitar las famosas «Minas de Potosí».

¿Conocéis la expresión «cuesta más que un Potosí»? Yo la comprendí aquel día. Una señora nos hizo de guía y nos llevó al mercado, a explicarnos los utensilios y materiales que utilizan los mineros: nitroglicerina, mechas, coca, cigarros… Todo se puede comprar allí.

Además, nos contó cosas muy duras sobre las minas: algunos chicos empiezan a trabajar con 13 años, pueden estar hasta 48 horas trabajando sin salir al exterior, sólo comen (mastican) hojas de coca y beben soda (refrescos), y la media de vida no suele superar los 45 años… Muy triste.

Pero no sólo eso, porque, tras vestirnos como auténticos mineros,

bajamos a la mina y os puedo asegurar que las condiciones de trabajo son infrahumanas (tanto que Tomás no aguantó y se dio la vuelta al poco tiempo de entrar): túneles bajos y estrechos con agua hasta los tobillos, olor a azufre y partículas peligrosas en el aire que pueden provocar una enfermedad (silicosis) que conlleva a la muerte…

Además, la guía nos contó que, aunque menos que antes, siguen ocurriendo accidentes mortales de vez en cuando… ¿Entendéis ahora el dicho?

Encontramos a un minero trabajando (no había muchos debido al día que era) y le regalamos una bolsa de hojas de coca. Teníais que haber visto su cara de felicidad cuando exclamó: «¡Gracias por el almuerzo!»

También bajamos a conocer al «Tio», la divinidad entre los mineros, que parece un demonio, al que hacen sus ofrendas en forma de cigarrillos, hojas de coca, alcohol… Para que les proteja o les ayude a encontrar buenos minerales, sobretodo oro y plata.

Se llama así porque cuando llegaron los españoles ellos escuchaban que rezaban a un tal «Dio» y ellos, que no hablaban español, entendían «Tio», y así se quedó.

La experiencia de bajar a las minas te hace darte cuenta lo afortunados que somos de haber nacido en eso que llaman «Primer Mundo».

Tras esta visita, mientras Harry y yo paseamos por el mercado y la Casa De La Moneda (sólo el exterior, donde se encuentra el famoso y enigmático Mascarón)

Ana y Tomas volverían con malas noticias de la terminal de buses: cerraba al día siguiente y no podrían irse hasta el día 2, lo cual comprometía mucho sus planes de ir hasta La Paz y el resto de su viaje. Cuando Carlota y Belén se enteraron, decidieron también irse, ellas a Sucre. Así que, al final, Harry y yo pasaríamos solitos nuestra Nochevieja en un hotel de mala muerte… ¡Y eso que ya teníamos las uvas compradas! 

Pues nada, tras vestirnos con nuestras mejores galas (o nuestra única camisa), decidimos ir a un restaurante (en el que estuvimos solos) y probamos la llama.

A las diez ya nos estaban echando, así que fuimos a beber un poco al hotel para hacer tiempo… Y Harry empezó a sentirse mal del estómago…

En resumen, bebí yo sólo, tomamos las uvas mientras yo hacia las campanadas en nuestra cutre habitación de hotel, dimos una vuelta por Potosí, que estaba muerto… Y a las 2 estabamos en la camita (cada uno la suya,¡ojo!) Si, creo que me acordaré siempre de esta Nochevieja…

El día siguiente paseamos tranquilamente por Potosí, conociendo un poco más de este lugar, visitando un mirador…

Y también vimos una película en la habitación y muchos capítulos de Spartacus. Cruzamos los dedos para que, al día siguiente, abriese la Terminal (algo que nadie sabía decirnos con seguridad) y poder ir a Sucre, nuestro siguiente destino…

5 Comment
  • Adela
    Posted at 12:03h, 17 mayo Responder

    Bueno no fue una de las mejores noches viejas para vosotros pero estabais acompañados y eso al final es lo que cuenta.
    La gran aventura contada y pasada seria tambien para recordar en futuras noches viejas.
    Esas gran mina que realmente se ve la dureza de la vida. Un beso grande y sigue contandonos grandes aventuras.
    Un beso muyyyyyyyyyyyyy grande.

    • juanpika
      Posted at 22:21h, 17 mayo Responder

      Pues si, lo importante es que la pasamos juntos! Lo de las minas es realmente fuerte, si…
      Un beso!!

  • Víctor Díez Alonso
    Posted at 13:31h, 17 mayo Responder

    Hay veces que las cosas se tuercen y no hay más solución que afrontarlas.
    ¡¡Buen camino, querido australiasiático!! …Y un abrazo tan grande como tú

    • juanpika
      Posted at 22:20h, 17 mayo Responder

      Pues si… Y tan poco es tan grave! Después de todo, la Nochevieja es sólo una noche más! Un abrazo hermano!

  • Beatrice Mazzocchi
    Posted at 15:11h, 27 mayo Responder

    Le désert de sel avec son hôtel sculpté dans le sel et les mines de Potosi sont des lieux que l’on a peine à imaginer en Europe. Vous mes les avez fait découvrir par vos nombreuses photos. Cela m’a beaucoup intéressée. Merci et bonne route pour la suite !
    Je comprend qu’il y a un grand décalage entre le moment où nous recevons vos blogs et celui auquel vous vivez les aventures que vous nous racontez. Je m’attends donc à bien des surprises.

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