Sobrevolando las enigmáticas Líneas de Nazca.

Sobrevolando las enigmáticas Líneas de Nazca.

Lo que más sorprende de Perú es que, en este enorme país, puedes encontrar casi todos los climas y ecosistemas del mundo. Por ejemplo, tomar un bus de noche en la «fresquita» Cuzco y, después de unas 10 horas, morirte de calor en la desértica Nazca. De verdad, la bofetada al bajar del autobús fue bestial, aunque el cambio de paisaje que veíamos por la ventana ya nos lo advertía. Nuestra idea en Nazca era conocer mejor las famosas e intrigantes líneas, pero aún no sabíamos cómo lo haríamos. La respuesta no tardó en presentarse ante nosotros: un «cazador» de turistas en la «parada» de autobús nos hacía un precio «irresistible» para sobrevolar en avioneta las famosas líneas. Al principio dudamos y desconfiamos, pero nos ofrecía alojamiento y transporte al centro mientras nos pensábamos su oferta, y pensamos que no estaría mal seguir pensando en algún lugar a la sombra. Al final, tras una ardua negociación, conseguimos sacar a un buen precio (o al menos eso creímos) sobrevolar las líneas en una avioneta «privada» y, además, con un poco más de duración de vuelo: 40 minutos para ser exactos. Así que nos recogieron en el «hotel» y nos llevaron al «aeropuerto», destinado casi en exclusividad a esta actividad: vídeos/documentales en varios idiomas, sobre estos inexplicables «geoglifos» (que son, según Wikipedia, figuras construidas en laderas de cerros o en planicies, usando la técnica de adición de piedras con tonalidades oscuras de origen volcánico a manera de mosaico, para contrastar sobre un fondo más claro característico de los desiertos, o retirando la capa superficial del terreno, generalmente más oscura debido a la oxidación, para dejar visible el fondo más claro) y líneas geométricas, de un tamaño gigantesco y de una perfección asombrosa. Sobrevolando las líneas de Nazca La emoción estaba a flor de piel: íbamos a subir en una pequeña avioneta con solo 4 asientos: 2 para los pilotos, 2 para nosotros. Uno de los pilotos nos explicaría qué debíamos ver y hacia dónde debíamos mirar, y nos dijo que daríamos varias vueltas sobre cada «figura» importante, para poder verla desde ambas ventanillas. Si. Las líneas de Nazca impresionan: su tamaño, la perfección de sus trazos, su simetría, todo el «desconocimiento» que las rodea (se siguen estudiando para saber cómo las hicieron, con qué motivo, porqué esos dibujos…) Pero, para mí, lo mejor fueron las figuras o geoglifos: Una araña, pájaros de diferentes formas y tamaños, un mono, un cóndor, una ballena, una flor, un lagarto (el cual se descubrió tras la construcción de la carretera, ya que, como podéis apreciar, lo cortaron en dos), un árbol, una especie de colibrí y hasta… ¡un astronauta! (Aunque también le llaman el hombre-búho) Resulta increíble ver desde el cielo estos enigmáticos y enormes dibujos, realizados hace miles de años y de los que tanto y tanto se ha hablado… Y que permanecen casi intactos. Tras apreciar todas estas zooformas, líneas geométricas, triángulos, etc… Nos acercamos a ver una red de acueductos que desde el cielo se apreciaban como pozos o agujeros en la tierra y que los incas utilizaban de manera muy inteligente para abastecerse de agua en el desierto. Para ser franco… Yo hacía rato que me había arrepentido de que el vuelo durase tanto tiempo y estaba deseando aterrizar… ¡Menudo mareo tenía! Pero como no quería parecer débil, cuando el piloto preguntaba cómo estábamos, yo sacaba mi mejor sonrisa y respondía un «¡muy bien!», mientras cerraba los ojos detrás de mis gafas de sol para intentar no vomitar. ¡No sabéis cómo se movía aquella lata con alas! Lo más gracioso fue que, al aterrizar, descubrí que… ¡Harry estaba exactamente igual que yo! Y ninguno habíamos dicho nada… ¡Vaya dos! Así que, tras darle las gracias a los pilotos, fuimos rápidamente al baño a echarnos agua en la nuca. Nuestros estómagos estaban muy revueltos, pero conseguimos no vomitar. Nos volvieron a llevar al hotel, donde tras una ducha y un pequeño descanso, fuimos a comer y por la tarde tomamos un bus hacia Ica. La ciudad de Nazca no nos atraía demasiado, y aunque desde allí también se puede visitar el cementerio de Chauchilla, (una necrópolis al aire libre en la que todavía se pueden ver momias en buen estado de conservación), decidimos continuar nuestro viaje. El día conociendo las famosas «Líneas de Nazca» había sido muy intenso. NdA: las imágenes han sido modificadas para que las geoglifos se puedan apreciar mejor.
3 Comment
  • Beatrice Mazzocchi
    Posted at 12:52h, 27 septiembre Responder

    La télévision m’avait déjà montré les étranges dessins tracés dans le désert péruvien. Mais je n’en avais jamais vu autant, ni avec une telle précisions. Vos photos sont tout à fait remarquables. Bravo et merci.

  • Lourdes
    Posted at 00:17h, 10 octubre Responder

    Diez minutos contigo en una habitación del hospital granaíno y ya me ha parecido que te conocía de toda la vida.
    Se ve que eres una criaturica bastante interesante, ¿eh? Sí, porque nada más llegar a casa, he tenido que buscar tu web. Ea, cotilla que es una… 😉
    Ánimo y a recuperarse!

    • juanpika
      Posted at 18:29h, 12 octubre Responder

      Lourdes! Muchas gracias por tu comentario! Pues si, fue un encuentro fugaz pero muy interesante. Espero que sigamos en contacto! Mucho ánimo con la recuperación de tu madre también!

Poner un comentario