
Un fin de semana en El Fin Del Mundo.
Nuestro vuelo hacia Ushuaia salía a las 4:30 de la mañana, así que tras despedirnos agradecidos de Ariel, pasamos la noche en el aeropuerto y dormimos en el avión.
Al despertar, las vistas desde la ventanilla fueron impresionantes: Ushuaia, la ciudad más al sur del mundo, y Tierra de Fuego, el nombre que recibe la provincia, se dibujaban a nuestros pies.
Aterrizando en el Fin del Mundo
Pero hablar de Ushuaia, implica forzosamente hablar de Vero, nuestra increíble Couchsurfer en estas tierras: pronto disfrutamos de su amabilidad, sentido del humor y buen corazón. Cabe decir que cualquier chica no metería en su casa a tres hombres desconocidos, los esperaría con un buen desayuno y les dejaría su habitación y su cama para dormir, mientras ella se queda en la «cama» del salón.
Además, esa misma mañana nos ayudó a alquilar el coche que nos serviría para visitar el Parque Nacional Tierra de Fuego.
Un precioso parque natural en el que puedes pasear por bonitos senderos, hacer equilibrio atravesando un árbol sobre un río (y estar a punto de caerte), hundir tus pies en una turba, llegar al final de la Ruta 3 (a 3079 km de Buenos Aires), ver castoreras, llegar hasta la frontera con Chile (corriendo…) e incluso sellar tu pasaporte «En el Fin del Mundo» (siempre y cuando no se te olvide, como me pasó a mí, para regocijo de mi padre y Harry…)
Precioso paisaje en el fin del mundo
Faro, muelle y bandera Argentina
¡Sorpréndeme! ¿Bocadillo de qué?
Guapo, ¿eh? Y el paisaje también…
Frontera con Chile. Había que llegar aunque fuese corriendo…
Pasamos un gran día visitando el parque, disfrutando de la abundante fauna y flora: liebres, aves, extraños hongos que crecían en los árboles…
Tras comprar unas ricas empanadas, no tardamos en caer víctimas de Morfeo. El día había sido agotador.
El sábado bien temprano, para aprovechar que aún teníamos el coche por unas horas, fuimos a hacer el sendero de Laguna Esmeralda, con la suerte de contar con la compañía de Vero. El camino, lleno de barro, fue duro y con algunas caídas, pero muy ameno con buenas conversaciones, divertidas anécdotas… y la llegada mereció mucho la pena.
Y, gracias a Vero, pudimos tomar un té calentito para reponer fuerzas, soportar un poco mejor el viento helado allí arriba y emprender el camino de vuelta.
Tras devolver el coche, mi padre nos deleitó con una excelente paella.
La tarde la aprovechamos para visitar Ushuaia: el monumento a la guerra de las Malvinas, la foto postal desde el otro lado de la bahía, el cartel del fin del mundo… y organizar un poco nuestros siguientes pasos, comprando los billetes de autobús.
Monumento a la guerra de las Malvinas
Wall-e no podía faltar al fin del mundo
Ushuaia y sus característicos colores
Barco hundido en el puerto de Ushuaia
Padre e hijo en el fin del mundo
Esa noche fue el turno para mi tortilla de patatas (que fue un auténtico desastre), y luego unas cervezas en el genial pub Dublín, muy animado y con muy buena música.
El domingo lo dedicamos a subir al Glaciar Martial, con un espectacular día de sol y calor, con lo que pudimos disfrutar de un hermoso paisaje (Ushuaia a nuestros pies) y de la nieve.
¿En serio? ¿otra vez jamón y queso?
En el horizonte… Se acaba el mundo
Wall-e también disfrutó de las vistas
Tras tomar un té en una bonita cabaña…
…fuimos a casa, donde nos esperaba una enorme sorpresa: Vero nos había preparado unas deliciosas empanadas (¡27 para ser exactos!) y nos había comprado cerveza antes de irse a trabajar… ¡Cómo una madre! Pero no contenta con eso, cuando volvió del trabajo, nos trajo helado para celebrar juntos la despedida.
Incluso se levantó para venir a despedirnos al bus… ¡a las 7:00 de la mañana del lunes!
Es increíble como puedes tomarle tanto cariño a una persona en sólo tres días y que la despedida sea tan difícil… Pero al mismo tiempo, sentirte afortunado de que la vida o el destino la pusiese en tu camino. No hay palabras para darte las gracias, no sólo por tu amabilidad, si no por tu forma de ser. Volveremos a vernos, Vero. Estoy seguro de ello.
A partir de ahí nos ocurrieron una serie de catastróficas desdichas…
Verónica Germano
Posted at 13:51h, 21 eneroGuauuuuu!!!!!! Que bellas descripciones! Cuantos recuerdos!!! Cuantos momentos hermosos vividos juntos!!!
Quien diria que tener tres hombres en casa iba a ser tan agradable, relajante y divertido!!! Que lindo que te cocinen! Pensar que lo dude… Como tuve taaantaaa suerte!!!
Conoci a tres personas increíbles, que siempre serán considerados mi familia, mas que amigos! Aunque hayan sido pocos dias, eso se logra con personas como ustedes.. Sólo decirles GRACIAS POR TANTO!!!!!!!
Que la vida nos cruce nuevamente… Los quiero!!! Y siempre son bienvenidos en mi casa!
Beatrice Mazzocchi
Posted at 14:16h, 25 eneroMerci encore une fois pour vos belles images. Maintenant je sais à quoi ressemble la fin del mundo décrite par Luis Sepulveda dans son livre précisément intitulé «El Mundo del fin del Mundo».
Votre père est vraiment très guapo ! Il ressemble à un célèbre acteur italien vu dans de nombreux films, dont je me rappelle malheureusement pas le nom. Saluez-le de ma part, voulez-vous ? J’airais bien aimé partager avec vous la magnifique paella qu’il vous a préparée.