
Y llegó la «Pequeña gran revolución»
Llegamos a Puerto Montt, al sur de Chile, bastante entrada la noche y no habíamos previsto ningún hostel… En la terminal nos propusieron «un alojamiento» muy «moderno»… A primera vista, aquella ciudad no parecía muy segura y aceptamos dormir en aquel «cuchitril» por una noche.
Al día siguiente tendríamos una nueva compañera de viaje: mi querida Ro, mi hermanita mayor, se unía a nosotros por unos días. ¡Qué alegría poder viajar con «casi» toda mi familia! (¡Mamá, à ver cuando te animas tú!)
Así que, tras toda una noche en bus, mi hermana llegó esa mañana a Puerto Montt. ¡No imagináis que alegría verla convertida en una auténtica mochilera!
Siguiendo los consejos de nuestra amiga Raquel, alquilamos un coche para visitar Puerto Varas, un pueblo desde el que se ven varios volcanes… Cuando está despejado… Porque con el día de mierda (con perdón) que hacía, el pueblo no tenía mucho que ver y decidimos ir a «Los Saltos de Petrohué», un bonito parque Natural donde, con el volcán Osorno de fondo, se puede disfrutar de unas fantásticas cascadas y una pequeña ruta de senderismo.
Mi hermana probó nuestro delicioso menú: ¡sándwich!
Más tarde, nos dirigimos al lago de Todos los Santos donde tomamos un barco. Según cuentan, este fue el lago que el Che atravesó (aunque en la otra dirección) para llegar a Chile en su periplo por Sudamérica. Y, se supone, que se pueden ver 3 volcanes… Nosotros sólo pudimos ver unas casas muy chulas de gente muy rica y una isla, llamada Margarita.
¡¡¡Wall-e encontró su barco!!!
Esa noche, también por recomendación de Raquel, dormiríamos en el refugio Teski que se encontraba en el volcán Osorno.
Por ahí hay un volcán…
Centro de interpretación de volcanes
Un zorrito
Fue una tarde tranquila, con cartas, queso ¡español! y vino frente a la chimenea. Hacia mucho frío fuera (incluso se puso a nevar más tarde) así que disfrutamos de nuestra propia compañía y de una excelente cena hecha por nuestros amables y simpáticos anfitriones (estábamos casi solos en el refugio).
Al día siguiente, visitamos «La Cascada» en el pueblo «La Cascada» (muy original, si). Tras un bonito sendero de 30 minutos, llegas a esta cascada realmente impresionante.
Valiente cruzando el rio
¡Velocirraptores!
Padre e hija sobre el puente
Árbol extraño
Y llegamos a la cascada
Todos juntos
Postureo cascada
Los Torres
Con la princesa
¿Un poco de agua?
Un poco más
Wall-e también tenía que salir
Luego fuimos hasta Frutillar. ¿Sabéis que ésta zona de Chile es un pequeño reducto alemán? Hay restaurantes y carteles en alemán por todos lados y nos recomendaron comer en uno de ellos: «Gutten Appetit», una fantástica elección.
Un paseo por el lago de Frutillar, un café con pastel y vuelta a Puerto Montt.
Encontramos un hostel con una dueña encantadora, y fuimos a entregar el coche. Daríamos un paseo por Puerto Montt y cenaríamos un poco de sushi… ¡Cuánto tiempo!
Los enamorados de Puerto Montt
¡Pucón nos esperaba al día siguiente!
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