Mi regalo de Navidad y mi deseo para el Año Nuevo

Mi regalo de Navidad y mi deseo para el Año Nuevo

Hoy, 19 de Diciembre, hace exactamente 4 meses. Y hoy, por fin, me atrevo a escribir sobre ello.

Mi nombre es Juan y, para ser franco, nunca me han gustado las motos. Quizá sea por deformación profesional, ya que soy fisioterapeuta y demasiadas veces he tenido que tratar sus «consecuencias». Pero también entiendo el amor por ellas: esa sensación de libertad, la velocidad, la adrenalina…

Seguramente fue eso mismo lo que me impulsó a comprarme una en Vietnam. «¿Y que hacías tú en Vietnam?» Pues cumplir mi sueño de dar la vuelta al mundo. Con más de 10 meses de viaje a mis espaldas y de haber conducido otras motos en lugares tan «peligrosos» como Bali o Camboya, supongo que «me vine arriba» y, al ver que en Vietnam todo el mundo lo hacía así, yo también quería disfrutar del país a mi ritmo, «a mi bola». Así que, como os he dicho, me compré una moto para recorrer Vietnam de Sur a Norte.

El problema es que crees que a ti nunca te va a pasar nada, que lo que ves en las noticias les pasa a otros, todo está muy lejos de ti: tú conduces bien y nunca has tenido un problema.

Hasta que ocurre. En mi caso fue con un camión. No sé cómo pasó, y me da igual de quién fue la culpa, ya que eso no cambia nada ya. Solo sé que sentí que algo me tocaba mientras conducía. Eché la vista atrás: un camión estaba muy cerca, tan cerca que había tocado mi mochila y me había hecho perder el control. Luego todo ocurrió muy rápido. La moto cayó hacia la izquierda. El manillar tocó el asfalto. Yo salté para evitar que la moto me cayera encima. Y, de repente, estaba boca abajo sobre el asfalto. Algo me bloqueaba, no podía moverme. Me di cuenta que estaba debajo del camión, atrapado. Y tenía miedo. Mucho miedo. Más miedo del que he tenido en toda mi vida. De repente, siento que el camión se mueve y me libera. Me giro y cojo mi pierna izquierda con mis manos, que estaba atrapada debajo de la rueda. Lo que vi en ese momento mejor os lo ahorro… Sólo diré que podía ver mi propia tibia. No sentía dolor. Esa pierna no podía ser la mía, eso no podía estar pasándome a mí. Incluso cerré los ojos para que, al volver a abrirlos, todo eso no hubiese sido más que una horrible pesadilla. Pero no. Me estaba pasando. La pesadilla era real.

A partir de ahí, tuve mucha suerte: me socorrieron, llamaron a una ambulancia, se ocuparon de un chico extranjero del que no entendían ni una sola palabra ni conocían de nada, acabé en un muy buen hospital…

Pero, la verdad es que, tumbado allí en el asfalto, solo, esperando esa ambulancia y sin poder comunicarme con nadie, empecé a temer por mi vida, en primer lugar y a hacerme a la idea de que perdería la pierna, en segundo. Otra vez la deformación profesional me llevó a empezar a pensar en cómo sería mi vida a partir de ese momento con un muñón y una prótesis. Estaba seguro de ello. Amputado a los 31 años.

Horas más tarde, ni siquiera el cirujano podía asegurarme si, al salir del quirófano, mi pierna seguiría allí…

Cuatro meses y nueve intervenciones quirúrgicas después, soy la persona más feliz del mundo de ver que, en primer lugar, sigo vivo y de que, increíblemente, mi pierna sigue aquí, conmigo. Tras una vuelta a casa de más de 30 horas, (que muchos conocéis) ha superado infecciones, injertos, curas, limpiezas, fijadores externos, material osteosintético, fisioterapia, etc… Y, sobretodo, mucho dolor. Y lo que me queda…

Pero, lo peor, ha sido el sufrimiento que he causado a los míos. En un instante cambió mi vida: pasé de recorrer el mundo a estar postrado en una cama de hospital. De vivir cumpliendo mi sueño a despertarme en una pesadilla. De ser un «espíritu libre» a ser completamente dependiente de alguien para todo. Y así, sin quererlo, también había cambiado la vida de mi familia.Nunca podré estar suficientemente agradecido a mis padres y mi hermana, que se han volcado conmigo. A mi abueli, que me protege y ayuda desde ahí arriba.

Y a la gran cantidad de amigos y familiares, que siempre han estado ahí, preocupándose para que no perdiera el ánimo, dándome apoyo y energía para seguir. Incluso los hay que hasta hace poco eran desconocidos y se han convertido en buenos amigos. (Imposible poner foto de todos, lo siento)

Me considero una persona optimista, así que estoy seguro que, aunque aún me queda muchísimo trabajo por delante, volveré a caminar, a correr, a bailar…

Y aquí es dónde surge esa pregunta, la más habitual, la de una sociedad, la nuestra, en la que no sabemos valorar el presente y en la que todo debe estar planeado… «¿Y después, qué?» Aunque, como dije antes, soy positivo, también es cierto que me cuesta mucho imaginarme volviendo a correr una media maratón, subiendo un 6.000 o a intentando «coger una ola» de nuevo… Que la gente no se quedará mirando mi pierna este verano en la playa o volviéndome a ponerme esos pantalones «de pitillo» que tan bien me quedaban… Y que seguramente, siendo realista, continuar con «mi sueño» sea una utopía. Pero es un bonito objetivo en el que pensar y por el que luchar cada nuevo día al despertar.

Aún así, la vida me ha enseñado que tiene cosas maravillosas mucho más cerca de lo que creemos… Y que, a veces, hace falta irse a la otra parte del mundo para descubrir que esas cosas y esas personas tan increíbles las tenías justo al lado. Ahora disfruto más de las pequeñas cosas, de momentos que antes pasaban desapercibidos…

Como siempre que te sucede algo, te das cuenta de cuánta gente a tu alrededor ha tenido un problema similar al tuyo: el vecino que te cuenta aquel «golpe tonto» que le pudo costar la vida, el amigo que tiene un primo que perdió tal o cual parte del cuerpo… Porque, estando en el hospital, también pude ver que no hace falta irse muy lejos para que un accidente te cambie la vida. Aunque que te pase en Vietnam llame un poco más la atención.

Mi intención con estas palabras no es la de aconsejar, imponer, servir de ejemplo, ni mucho menos dar pena ni nada por el estilo. Lo que realmente me gustaría es que todos reflexionemos un poco más…

Si al relatar mi historia consigoque una sola persona cambie de opinión, por ejemplo, a la hora de coger una moto en un día lluvioso, comprar mejor ese coche que esa «moto tan potente», volver a casa en taxi porque «sólo han sido dos cervezas, que todos tengamos más respeto hacia motoristas, ciclistas, peatones… o, simplemente, ese chico que se pone un casco aunque sea para ir «ahí al lado», me daré más que por satisfecho…Que la vida cambia en un segundo, y hasta que no nos pasa no somos conscientes de ello.

Porque yo también creía que era «inmortal», y que las cosas sólo les pasaban a otros.

Y este año por Navidad, mi regalo ha sido seguir teniendo mi pierna… Y, para 2018, mi deseo es algo tan «simple» como volver a caminar.

17 Comment
  • Blackrain
    Posted at 20:09h, 19 diciembre Responder

    Las experiencias, lo malo y lo bueno, es parte fundamental de lo que nos conforma como personas singulares y únicas. No permitas que esto te impida hacer nada que en verdad desees.
    Un abrazo, que te mejores y gracias por compartir tus maravillas con nosotros.

    • juanpika
      Posted at 13:01h, 20 diciembre Responder

      Por supuesto que no, al miedo ni un centímetro. De todo se aprende, y de esta experiencia ya estoy sacando muchísimo… Gracias por comentar y un saludo.

  • Chiqui
    Posted at 20:48h, 19 diciembre Responder

    Sin duda has transmitido desde el minuto uno después del “patinazo “, un optimismo y una energía increíble.
    Eso te ayudará a ponerte de nuevo en pie.

    • juanpika
      Posted at 13:03h, 20 diciembre Responder

      Es que tengo la enorme de suerte de seguir vivo después de ese «patinazo», así que no puedo ver la vida de otra manera ahora. Luchar y disfrutar. Gracias.

  • Adriana
    Posted at 20:52h, 19 diciembre Responder

    Hola Nito , soy Adri la hija de la chiqui 👍
    Me encanta su y me impresionas cada día y este es uno muy bonito.

    Felicidades😘DeAdriana

    • juanpika
      Posted at 13:04h, 20 diciembre Responder

      Hola Adri. ¡Qué suerte tengo de tenerte de comentarista! Gracias por tus palabras. Tienen más importancia al venir de mi seguidora más fiel. 😉

  • Celia Moreno
    Posted at 22:36h, 19 diciembre Responder

    Vivimos en un mundo de sueños y hay sueños y pesadillas dentro del mismo. La vida es sabía, ha pasado por algún motivo. Un motivo que ahora después de lo vivido supongo que habrás encontrado. La familia es nuestra esencia, siempre estaremos unidos a ellos y estarán en los sueños y pesadillas. Un abrazo fuerte Juan.

    • juanpika
      Posted at 13:07h, 20 diciembre Responder

      Pues la vida aún me está mostrando ese motivo, y a su vez estoy aprendiendo de él continuamente. Los que tenemos la suerte de tener una familia como la mía sabemos valorarla siempre. Un abrazo muy grande Celia. Gracias por tus palabras.

  • Eva
    Posted at 00:31h, 20 diciembre Responder

    Hace falta perder para poder ganar. Como bien dices, creemos que las cosas sólo les ocurre a los demás, nosotros y los nuestros somos invencibles, hasta que nos toca. Pero una vez tocados y medio hundidos, nos damos cuenta que seguimos vivos y que hay penas y desgracias peores que las nuestras. Espero que tus deseos se vean realizados este 2018! Ánimo, fuerza y paciencia. Un saludo.

    • juanpika
      Posted at 13:09h, 20 diciembre Responder

      ¡Muy de acuerdo con todo! Yo tuve la suerte de tener esta segunda oportunidad y voy a aprovecharla al máximo. Y si, cuando tocamos fondo, debe servirnos para impulsarnos y salir a flote con mucha más fuerza. Gracias por tus palabras. Un saludo.

  • Vero
    Posted at 01:12h, 20 diciembre Responder

    A ponerle fuerzas cada día! !!! Que todos tus sueños se hagan realidad. Ahora bailaremos un poquito peor… jaja

    • juanpika
      Posted at 13:11h, 20 diciembre Responder

      ¿Peor? Ya era bastante complicado… jejeje Pero bailaremos, siempre bailaremos… Que tus sueños también se hagan realidad, Vero. Un abrazo.

  • Beatrice Mazzocchi
    Posted at 11:57h, 20 diciembre Responder

    Je viens de recevoir votre dernier message qui commence par la photo vous montrant chevauchant votre motocyclette. Dommage que celle-ci ait indirectement causé l’accident qui a mis fin à votre voyage. J’admire votre courage et j’espère que cet accident ne sera bientôt plus qu’un (très) mauvais souvenir.
    Je vous souhaite d’aborder la nouvelle année avec la guérison en perspective.
    Très amicalement.

    • juanpika
      Posted at 09:03h, 26 diciembre Responder

      Merci beaucoup Béatrice… Oui, malheureusement cette motocyclette a contribué à la fin de mon périple… Mais tout a une explication, et tout arrive pour quelque chose… Je suis en train de apprendre pourquoi ça m’est arrivé à moi.
      Et bien sur que je vais tout donner pour remarcher et voyager à nouveau.
      Et ça ne sera pas qu’un très mauvais souvenir, comme vous dites.
      Merci encore.

  • Florencia
    Posted at 03:09h, 26 diciembre Responder

    Te mando todas las fuerzas del mundo desde Argentina! Me conmovió lo que te pasó, y deseo de todo corazón que tengas la paciencia y la templanza para esperar lo que viene, que seguramente será duro para un espíritu libre como el tuyo.
    Pero estoy segura, que con tu fuerza y optimismo, algún día te vas a acordar de esto como un momento duro de tu vida, cuando estés nuevamente surfeando una ola maravillosa, o recorriendo algún país nuevo.

    Un abrazo y toda mi energía!

    • juanpika
      Posted at 08:58h, 26 diciembre Responder

      Gracias Florencia! Las palabras de ánimo como las tuyas ayudan mucho en estos momentos difíciles… Seguro que luchando volveré a recorrer el mundo, a cumplir mis sueños…
      Un abrazo muy fuerte desde España!

  • Pingback:Tres años sin ti, abueli, es mucho tiempo… – juanporelmundo
    Posted at 19:35h, 28 abril Responder

    […] hecho, yo ya me he recuperado casi al 100% del accidente que sufrí en Vietnam y que puso punto y aparte a mi periplo por el mundo. Aunque la pierna no ha quedado muy bonita, lo […]

Poner un comentario